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13 noviembre, 2024

la frívola pero devastadora vergüenza.

 en ese instante me sentí desnudo, cada risa acrecentaba esa sensación. huí con todas mis cosas y recorrí el pasillo agachado mientras me escondía de las miradas ajenas que, en ese instante, se figuraban más a pistolas buscando a alguien a quien apuntar. no tenía nada más en la cabeza más que las imponentes risas y el cómo yo permanecía impotente. sólo era un comentario de broma, se supone que así se llevaba la gente, esperaba tener por fin, quizás, algo que decir, una oportunidad para entrar en la conversación, no esperaba ser recibido así, si ponía un pie dentro de ese lugar otra vez, ¿qué me esperaría? ¿cuál sería la palabra que levantaría la siguiente ola de gritos y ruido? decir una palabra era lanzar dados, podía decir cualquier cosa, y unas veces podía no pasar nada, y en otras podía regresar esa sensación de desnudez, pero, al final todo quedaba en manos del azar.

De todas formas, no hay seguridad en la risa, te hace sentir bien, pero eso no es algo de lo que pueda vivir. Ella y la seriedad se necesitan.

Sigue habiendo algo que me mantiene encadenado, una especie de fragilidad que me hace desear la aprobación ajena, que cada palabra que salga de mí sea aplaudida, o recibida de la manera que espero.

Debería dejar de tomarme todo tan seriamente.


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